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¿Tienen sentido algunas Ferias de Diseño Industrial?

Hace tiempo, con motivo de una entrevista que atendí para un trabajo académico, mi estimado colega Pablo Santos creo que me preguntó al respecto de si las ferias de diseño industrial eran o no una opción clara para abrirse camino a los jóvenes diseñadores.
No recuerdo mi respuesta concreta pero seguramente albergaría dudas sobre el papel de las ferias organizadas por nuestro sector. Seguramente la justificación se asentó en mi convicción de que el diseño tiene que tener siempre un cliente detrás que no puede ser el propio diseñador. Tenemos que asumir que es una empresa la que siempre propone y la que fabrica. Esto debe de quedar reflejado en las ferias. Pero sobre todo, de cara a rentabilizar cualquier esfuerzo e inversión, cabe decir que un cliente no busca, por concepto, piezas de diseño en una feria.
El diseño, entendido así, es un medio y sin este contexto una feria exclusiva de diseño industrial no tiene sentido alguno.

Hoy viene a mi cabeza aquella pregunta seguramente porque del 12 al 16 de febrero encontramos en Madrid la 1ª Feria Internacional de Diseño de Producto. Aunque esta denominación no es del todo precisa si atendemos a los experimentados salones anexos sobre diseño industrial que pertenecen a ferias sectoriales de otros ámbitos, como por ejemplo la feria del mueble de Valencia y su Salón Nude. O lo que venía a ser hace años el SIDI, Selección Internacional de Diseño del equipamiento para el habitat, que se incrustaba con bastante autonomía, en diversas ferias nacionales e internacionales.

A pesar de las insistentes invitaciones, que imagino que muchos de vosotros también habréis recibido, declinamos desde el principio nuestra participación en la feria. Los motivos, de tipo ideológico y estructural, han sido varios y dado que algunos de vosotros nos los habéis pedido aquí van:

Al respecto de los motivos ideológicos, sencillamente no acudimos porque como ya he dicho no creemos en las ferias de diseño industrial. Conviene matizar. Por lo menos no creemos si no vienen de la mano de otra importante feria sectorial como es el citado caso anterior del Nude o el prestigioso Salón Satélite de Milán. Ambos tutelados por sendas ferias sectoriales de prestigio internacional donde se dan cita empresas de referencia de todo el mundo. Pero, demos la vuelta a la tortilla para entender este razonamiento: ¿Se entendería el Satélite o el Nude sin esas importantes ferias nodrizas? Seguramente no.

Y es que una feria de diseño industrial “aislado” es en si misma absurda, como en su día posiblemente le justifiqué a Pablo.
¿Qué se vende en realidad cuando el diseño es básicamente un proceso? ¿De que sirve ver “in situ” una solución aislada alejada de toda una estrategia y empresa?
Un producto no puede venir firmado solo por un diseñador. Un producto viene en primer término avalado por la empresa que lo fabrica y depués firmado por el diseñador, si procede. Así pues una exposición de egos o aptitudes (que no niego) no tiene mucho sentido en el ámbito general del diseño industrial.
Y no lo tiene porque el diseño industrial no puede entenderse sin un cliente (industria/empresa) o sin un sector detrás porque todo proyecto es el resultado exclusivo de unas necesidades concretas que trascienden de las motivaciones personales precisamente para resultar objetivas. Y esos resultados se evalúan, a partir de muchos parámetros, entre sus análogos para lograr encontrar el valor preciso. Esa es la más correcta valoración que debemos hacer del diseño.
Sin esta base, ¿Cómo podemos valorar un diseño que se ha generado sin la motivación o la necesidad de un cliente? Meramente como una propuesta subjetiva llena seguramente de limitaciones. En este sentido acudir a la feria como expositor no merecía la pena. Por lo menos no para nosotros.

Pero más allá de esta convicción estrictamente ideológica también podemos sumarle el hecho de que el diseño industrial no puede presentarse como un exponente o derivación de la artesanía y es esto, básicamente, lo que suelen respirar y emanar los productos expuestos así como el contexto y ambiente que encontramos en este tipo de ferias. Dar cabida al arte, las aptitudes personales y a lo subjetivo es no entender el diseño industrial.

Muchos podrán decir que los productos allí expuestos no tienen nada de artesanía. Y tendrán razón. No me refiero a la percepción formal que uno tiene de la artesanía sino más bien a que la gran mayoría de productos expuestos pierden de vista una visión general totalmente necesaria e intrínseca en el diseño.
¿Cuál es el coste de esos productos? ¿Realmente no podrían haberse mejorado con inversión o con otros procesos? ¿Se ha tenido en cuenta a un público específico y objetivo? ¿Se ha pensado en el mercado? ¿Es el coste resultante el adecuado a ese target?. Cuestiones básicas del diseño industrial que en primer término, pese a los discursos más emocionantes que se puedan abrir, busca rentabilidad y beneficio económico. Y lo busca sencillamente por dos razones fundamentales; una es su sentido original. El diseño se articula para dar servicio a las empresas y a los mercados. Y en segundo término porque un diseño que no se vende no existe.

Seamos claros. En su mayoría se exponen piezas de mobiliario e iluminación -¿Donde está la generalidad que acompaña la denominación de la feria?- que están fabricadas, sin mucha complejidad, por los propios diseñadores o en el mejor de los casos están materializadas foráneamente pero con muy pocos recursos mostrando enormes limitaciones y una excesiva falta de optimización.
¿Son en realidad las soluciones más acertadas? No cabe duda de que la gran mayoría de propuestas quedan al margen de un sinfín de recursos y de la actualidad tecnológica. Por ende quedan también al margen del diseño industrial. No son, vistos así, exponentes ni representantes de nada genérico (el Diseño Industrial) como se nos pretende vender sino que solo son representación de la subjetividad de su propia existencia.

En el lado de los motivos de tipo estructural rechazamos la participación tras conocer a los organizadores del evento. Vaya por delante que sin menospreciar su capacidad, su labor, trayectoria, ni su interés, ni su buena fe, ni cualquier otra circunstancia si que debemos reconocer que no son exponentes ni representación de nuestro colectivo. No son organizaciones y/o entidades oficiales, ni tan siquiera oficiosas - que incluso tendría sentido- del diseño industrial de nuestro país.
Entonces, ¿Qué podemos esperar de una feria que no está soportada, secundada o avalada por quien debe de hacerlo, como creo que son nuestras asociaciones (de las cuales algunas si participaron como invitadas añadiendo más confusión)? La respuesta parece muy clara.

Pero el motivo más importante para declinar la participación es que una feria de diseño industrial –aceptando que es un proceso intelectual- no puede ausentarse de su pensamiento crítico. No entendemos una feria de diseño industrial sin una rigurosa programación de conferencias, charlas y/o encuentros donde se hable del diseño desde el punto de vista de la disciplina, de la sociedad, de la industria, de su pasado, presente y futuro. Y en el programa que nos pasaron brillaban por su ausencia.

Estos fueron principalmente los motivos por los que no hemos acudido a la cita. Podíamos estar equivocados. Podemos estarlo. Pero si atendemos y escuchamos las primeras voces más críticas que han opinado tras acudir a la feria e incluso ver fotografías, podemos interpretar que nuestra intuición, basada en unos claros razonamientos, ha sido acertada. Todo un alivio teniendo en cuenta que la participación no era gratuita y habría que sumar desplazamientos y estancias.

Puede concluirse, siempre a riesgo de equivocarnos, que cómo en otros eventos de este tipo –ya estamos lamentablemente muy acostumbrados- se utiliza al diseño y a su colectivo (que en este caso participa religiosamente desde el punto de vista económico) para el interés de un reducido grupo de personas, que presuntamente en “pro” del diseño industrial, viven unos días a pleno, centran en ellos la atención y acumulan interés, se llenan la boca de canapés, motivan ríos de tinta y suben nuevas fotos en Facebook.

Mañana, los medios sectoriales, apoyados seguramente por alguna que otra institución de diseño, construirán a partir del evento una verdad y un éxito hecho a medida. Todo habrá merecido la pena para todos menos para un diseño industrial que lucha por lograr un respeto que se le niega constantemente a través de ciertos posicionamientos externos.

La pregunta es ¿Habrá una 2ª Feria Internacional de Diseño Industrial en España? O aprenderemos algo con la primera.

Debo reconocer que esta reflexión está realizada sin acudir a la Feria por lo que muchos de vosotros podréis pensar –acertadamente- que no deja de ser pura especulación. De acuerdo. No obstante es bueno tener en cuenta, que si bien no sabíamos que iba haber en la Feria –aunque lo intuíamos en base al análisis realizado- si que estábamos seguros de lo que no iba haber. En este sentido la reflexión tiene plena validez.

EDITADO: Es importante decir, después de algunas críticas recibidas, que aunque en la reflexión se reitere el hecho de que creo firmemente en un diseño siempre con cliente detrás, acepto lógicamente las excepciones. Pero las excepciones no hacen norma. Tengámoslo en cuenta también.
Y si bien ejecutar el diseño sin tener cliente no es el procedimiento más adecuado porque no está en la raíz misma de la disciplina que se origina a partir de unos factores muy concretos donde la importancia de los canales de la demanda de diseño los encontramos en las empresas y/o industrias y en los mercados, hoy día es cierto que la disciplina ha de rescribirse ante la proliferación de nuevos enfoques.
Pero no iban por ahí los "tiros", no atendáis al detalle de las palabras sino al sentido general de la reflexión.

Febrero de 2013